sábado, 29 de septiembre de 2012

Tu destino.


2º:

A Alana le faltaba el aire, le dolían los pies, los músculos se le agarrotaban; quería parar, pero sabía que no sería inteligente de su parte. 
Miró hacia atrás , pero volvió la vista de nuevo hacia su camino, la respiración se le aceleró por el miedo de que la alcanzaran. 
Necesitaba un plan rápidamente, no podía seguir corriendo para siempre, cada vez estaba más cansada, con menos fuerza, y sabía que pronto caería sin fuerza en la calle, y nadie la encontraría antes que 'ellos' . 
Y entonces su vida acabaría.

Las calles no transitadas la asustaban, no las conocía, y sólo la luz de la noche alumbraba su camino. Una farola parpadeante le mostró un callejón. Corrió hacia él, sabiendo que era como correr directamente a su muerte. Y sin embargo a sabiendas de que era su única oportunidad de sobrevivir.
Entró, deseosa de que  sus perseguidores pensaran que había seguido corriendo hasta el final de la calle.

Se escondió sentándose tras un cubo de basura, tapándose la boca con una mano para que no se le escapara ningún sonido. Con el otro brazo se rodeo las piernas para pegarlas a su pecho, notando cómo las lágrimas se agolpaban en sus ojos, pero se negaba a que los abandonaran. No iba a llorar por mucho que fuera lo único que quería hacer en ese momento. Rendirse, eso es lo que debía hacer, y esperar que se apiadaran de ella y la mataran rápidamente, sin dolor, no quería sufrir en su final.

Cuando comenzaron a escucharse los pasos cerca suyo , ya había conseguido controlar las lágrimas e incluso su respiración.
E incluso había decidido que se rendiría. La habían pillado, y ya no podría escapar, así que ni lo intentaría.

Aún con la cabeza agachada, recordó el estúpido momento en que decidió hacerse la héroe, intentando salvar a las personas ya muertas. Ni si quiera las conocía, a lo mejor se lo merecían. Claro que, después de ver cómo la persiguieron los que cometieron el crimen, dudaba que lo hicieran en nombre de la ley. 
Y lo peor era que sabía sus planes, sabía que ellos querían culparla de las muertes que había intentado evitar. 
Aún no sabía cómo, pero lo iban a hacer.

Miró hacia arriba al escuchar los pasos aún más cerca, para encontrarse a uno de los que la habían estado persiguiendo. El rubio alto de ojos marrones profundos. Casi parecía decepcionado por haberla encontrado, pero sonrió con malicia mientras apuntaba con una arma de fuego hacia ella.

A ella se le escaparon las últimas lágrimas de su vida, rompiendo la promesa de que no iba a llorar. 
Su vida pasó por delante de sus ojos, y se dio cuenta de que había pasado demasiado tiempo escondiéndose de todo el mundo, y nunca había hecho lo que había querido.

Otro hombre llegó por detrás del rubio, y le sonrió a su amigo, esperando que terminara el trabajo.

Y ella sabía que lo haría.
Su destino ya estaba escrito.

Me falta el aire.

Bueno, antes que nada decir que esto está MUY abandonado porque... dejé de escribir un poco. Pero he vuelto. Y subo dos pequeñas (MUY PEQUEÑAS) historias que escribí para una amiga, dos cortitos que eran para que los llevara a clase. Pero me gustan... y aquí los tenéis.
1º:
Me falta el aire.



Taiga miraba cómo Damen se alejaba de ella, sin que ella pudiera detenerlo, con las ideas bien claras. 

Con todo lo que le había costado que confiara en ella, y ahora comenzaba a poner esas escusas; sabía que eran mentira, lo conocía demasiado bien como para creérselo. Tragó saliva antes de correr hacia él y abalanzarse sobre él una vez que lo alcanzó, consiguiendo que se tensara, pero también que se parara y se girara hacia ella.Le pegó en el pecho mientras las lágrimas de impotencia caían de sus ojos.
-¡No me mientas!-Le gritó, sin dejar de pegarle en el pecho- Si vas a dejarme, al menos sé sincero conmigo.
Él le acarició el pelo; sabiendo que le debía al menos eso. Pero lo suyo había estado condenado desde el principio, no llegarían a ningún lado, ella no era una chica para él; ella vivía en la buena vida, sin preocupaciones reales, con una familia que se preocupaba de que a ella no le faltara nada... Todo lo contrario que a él. 
-No soy para ti, amor. Te mereces a alguien mejor. Taiga le pegó con las palmas en el pecho una vez más antes de dejarlas posadas en él.
-¡Idiota! ¿Es que no te das cuenta?- Le preguntó, antes de besarlo en los labios -. Sin ti me falta el aire.